¿En cuántas ocasiones la identidad visual de una marca no refleja realmente quiénes son? Por desgracia, esto ocurre a menudo y tiene una razón de ser. Han decidido apostar por un diseño (más o menos eficiente, según el caso) que les sirva para un fin, tener un producto en el mercado. Pero este diseño no está infusionado con la identidad de la marca ni tampoco refleja sus valores, por lo que al entrar en contacto con su producto digital, no sientes esa sensación de familiaridad de manera instantánea. ¡Su alma se ha perdido en el diseño! Hoy día, cuando el engagement con una marca es más importante que nunca, encontrarla y poder volcarla en la estética de todos tus productos, tanto físicos como digitales, es clave.
Esto no es ni más ni menos que lo que conocemos como branding. Es decir, la fusión entre unas ideas y toda una colección de elementos gráficos que las pueden transmitir adecuadamente. Desde el tipo de logo que eliges hasta los colores de la app, todo tiene que ser inmediatamente reconocible por tus clientes.
Al mismo tiempo, tiene que ser atractivo para aquellos que no lo son. Con la primera impresión visual deben conservar una serie de ideas que rodean a tu marca y, por supuesto, tienes hay que asegurarse de que son las más adecuadas.
Antes de nada, ¿quién soy?
El primer paso para poder fusionar diseño con storytelling es realizar un viaje introspectivo para poder averiguar quién eres y cuál es tu historia. Identifica cuál es tu pasión, cuáles son tus valores, qué te llevó a cargarte a la espalda la misión de solucionar un problema evidente con tu producto y el mimo con el que lo haces. Toda esta información es la que debes preparar y aclarar antes de plantearte cómo infusionarla con el diseño.
Tener una identidad de marca bien definida no solo te ayudará a poder crear un relato coherente, también a impregnar cada cosa que hagas de tu propia personalidad y hacerla fácilmente reconocible para cualquier persona.
El logo
Este es, quizás, el elemento de diseño más importante de tu storytelling. Es algo que irá estampado en cada uno de tus productos y será aquello por lo que se te reconocerá de manera instantánea. Elegir bien tu “primera impresión” será crucial para sentar el tono de la historia que vas a contar. Por ejemplo, si tus productos son hechos a mano, ¿te has planteado la posibilidad de que tu logo transmita ese toque artesanal? Quizás elegir una tipografía caligráfica sea una buena manera de transmitir la delicadeza con la que manejas tus productos.
En cambio, si tus productos son más innovadores y conceptuales, la primera toma de contacto puede ser un logo iconográfico más abstracto que les lleve a un espacio más futurista. De una manera muy visual, unirás tu discurso sobre innovación con un diseño que les hará ‘viajar en el tiempo’ de manera instantánea.
Como decíamos, la consistencia entre la historia y el diseño es fundamental para dejar una impresión memorable y positiva. El logo, al igual que el resto de elementos del diseño debe llevar impregnados los valores y las emociones que la marca quiere transmitir, para que sus consumidores puedan identificarse con ello, llevarlos de manera pública y hacer una labor de boca oreja sabiendo que recomiendan a una marca que también les representa a ellos.